
Muchas veces, quienes me leen deciden escribirme. Me comparten fantasías, vivencias, secretos que nunca han contado a nadie. Hace algunas semanas, Carmen fue una de esas lectoras. Me escribió con pudor, pero también con urgencia. Quería contarme lo que vivió una noche de verano, durante las fiestas de su pueblo, el año pasado. Ella lo hizo para preguntarme por qué con su esposo no era capaz de correrse de esa forma… Tras una larga charla donde nos hicimos amigas, le pedí permiso para relatar su historia, con sus propias palabras, con todo su fuego. Tal y como ella me lo contó, sin adornos ni artificios.
Y aquí está: Una mujer. Una noche. Un antes y un después.
Primera toma de contacto por email.
Este fue el primer correo que me envió.
Carmen:
Hola, Deva. No sé si leerás esto, pero quería decirte que te descubrí hace poco… y desde entonces no he parado de leer tus novelas. Me atrapaste. Tienes una forma de escribir que me toca algo por dentro. No solo por lo erótico. Es… otra cosa.
Deva Nandiny:
Hola, Carmen. Gracias por tus palabras. Claro que leo cada mensaje. ¿Qué es esa “otra cosa” que te tocó? Si quieres, puedes ponerte en contacto por WhatsApp.
Un par de días más tarde por WhatsApp.
Carmen:
—Hola, Deva, soy Carmen. Estuvimos hablando por correo electrónico y me dijiste que te podía enviar un WhatsApp. Siento molestarte.
Deva:
—Hola, Carmen. Encantada. No es molestia, al contrario.
Carmen:
—Gracias.
—¿Recuerdas que en el correo te decía que tienes una forma de escribir que me tocó algo muy emocional por dentro?
—Y no me refiero únicamente a la parte sexual o erótica.
Deva:
—Sí lo recuerdo.
—¿Qué parte conseguí arañar?
Carmen:
—No sé explicarlo del todo.
—Creo que me vi reflejada en muchas de tus protagonistas.
—Mujeres que tienen familia, rutina, responsabilidades… pero que también desean.
—Escribes sobre mujeres con las que es fácil identificarse.
—Que sienten y dudan. Tienen miedo, trabajo, hijos...
—Que a veces se pierden y otras se encuentran.
—Y es algo que me pasó a mí.
Deva:
—¿Cuáles de mis novelas has leído?
—Carmen:
—Mi madre es una MILF y la musa de la obsesión. (Existe otra, que ahora no puedo identificar, de una mujer divorciada que se traslada con su hija adolescente a vivir con su nueva pareja; esa me encantó).
—Las tengo casi todas en el Kindle. Pero hubo una escena… no recuerdo ahora en qué novela, donde hablabas de una mujer que se corrió varias veces solo con una penetración profunda. Me dejó pensando.
Deva:
—¿Por qué?
—Muchas mujeres podemos encadenar varios orgasmos seguidos.
—No es nada novedoso.
Carmen:
—Porque a mí nunca me ha pasado eso.
—Siempre pensé que las mujeres solo podíamos corrernos estimulando el clítoris.
—Y ya. Yo, al menos, solo llego así.
—No me refería a lo otro, ya sé que hay mujeres multorgásmicas.
Deva:
—¿Sabes? La mayoría piensa eso porque nunca ha vivido otra cosa.
—Pero te aseguro que muchas mujeres —yo entre ellas— podemos corrernos también con penetración vaginal… e incluso con anal. Todo depende del momento, del cuerpo, de la cabeza y, sobre todo, de la libertad que te permitas.
Carmen:
—¿Tú… te corres también por detrás? (Emoticono sonriendo)
Deva
—Sí. Y no lo digo por presumir. Lo digo porque es importante que se hable. Que sepamos, lo que es posible. El cuerpo de una mujer no tiene una sola ruta al placer.
—Tiene amplias alternativas.
Hubo un silencio largo en el chat. Pensé que se había incomodado o arrepentido de escribir. Pero al rato, Carmen volvió.
Carmen:
—¿Te puedo contar algo? Nunca se lo he dicho a nadie.
Deva:
—Claro que sí. Lo que me cuentes queda entre tú y yo.
Carmen:
—Fue el verano pasado, en las fiestas de mi pueblo.
—No creas que soy una chavalita. Tengo 42 tacos y dos hijas; estoy casada desde que tenía 21 años.
—Pero en agosto del año pasado, me pasó algo que me cambió.
—Fue solo una vez, pero fue tan salvaje… tan inesperado.
—Me corrí como nunca. Y no fue tocándome el clítoris. Ni siquiera fue con mi marido.
Deva:
—¿Fue en una infidelidad?
Carmen:
—Sí, y te juro que no fue nada planeado.
—Tampoco puedo decir que hubiera bebido y al tío lo conozco desde niña.
—Ahora, desde que me casé, vivo en Valladolid (capital).
—Pero los fines de semana y vacaciones voy con mi marido y mis hijas al pueblo.
—Tenemos casa allí y tanto mi esposo como yo nos criamos allí, por lo tanto, nos tira mucho.
Deva:
—Entiendo.
—¿Conocías al tío con el que le pusiste los cuernos?
Carmen:
—Sí, eso es lo raro. Él es mayor que mi esposo y yo, y se quedó soltero viviendo con la madre y una hermana en el pueblo.
—Lo conozco desde cría; actualmente es el alcalde del pueblo. (Es un pueblo pequeño de Valladolid).
—Es un hombre muy de campo, muy tosco...
—Nunca me había fijado en él, te lo juro.
—Es que ni yo sé cómo pudo pasar.
Deva:
—¿Te arrepientes?
Carmen:
—Sí y no.
—No lo comprendo ni yo.
—Me duele haber engañado a mi esposo y tengo miedo de que alguna vez se descubra.
—Él es soltero y no tiene nada que perder, y puede que por darse brillo, un día se le escape.
—Pero luego hay una parte de mí que, cuando se acuerda, sigue excitándose.
—Es de locos...
Deva:
—No, no es de locos, Carmen.
—Las emociones son muy complejas, la mayoría de las veces.
—Intentamos racionalizar impulsos, que no entienden de normas sociales.
—Entiendo que el alcalde de tu pueblo te echó el mejor polvo de toda tu vida, haciéndote sentir cosas que no sabías que existían.
Carmen:
—Tú lo has dicho.
—Pero por eso mismo siento que traiciono doblemente a mi esposo.
—Además de haberlo engañado, con él no consigo ese placer.
Deva:
—Pero eso no es culpa tuya, mujer.
—¿Te apetece que lo hablemos? Si quieres, te llamo.
Carmen:
—Ahora estoy sola.
—La verdad es que me vendría bien hablarlo; hay veces que me da miedo olvidar todo lo que sentí.
Deva:
—Bien, dame cinco minutos y te llamo.
Y lo que vino después fue una confesión. Cruda. Íntima. El relato de una noche de agosto que la cambió para siempre. Lo que me contó me tocó tanto, que le pedí permiso, semanas después, para convertirlo en relato.
Reconociéndome que le daba morbo que cientos de personas conocieran su historia, se animó a enviarme alguna fotografía para acompañar el texto.
Más que una creación literaria, esta vez he tratado de transmitir sus palabras con su cuerpo. Con ese temblor de fondo que tienen las historias que no se olvidan.
Este es su deseo. Su miedo. Su orgasmo más verdadero. Este es el relato de Carmen. Próximamente en la web.
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Comentarios
Esperando el relato con ansía, pinta fenomenal...
Te lo dije un día, tus novelas enganchan, porque los protagonistas, son gente común, con los que podemos indentificarnos. Un beso para Carmen y otro para tí.
No soy acalde, pero si ya está aburrida de su esposo, aunque no soy alcalde, me comprometo a empotrarla con esa misma pared, buenorra está un rato
Que bien sabes hacerlo Deva, eres una gran escritora, eso jamás lo pondré en duda, pero la forma en la que sabes hacernos desear, magnifica mucho todo. GRacias por todo tu trabajoqd@cscsc.es
Dios las cria y ellas se juntan... Encima estareis orgullosas de ser tan putas y hacerles tos a vuestors maridos, no teneis perdon. Hablan de la traición al esposo como si fuese una virtud en una mujer
Deseando leerte Deva. Agradece a Carmen que comparta esa experiencia. Un besito a las dos, guapas entre las guapas
Os comia el coño a las dos. La tengo muy dura
Hola un gran aporte y un paso valiente de esta señora ws de admiración y para aplaudir.