Detrás del espejo: Miradas que confiesan.

     Cada vez que me preparo para una cita con uno de mis amantes, sé que no soy la única que se siente emocionada. Mi esposo me observa desde la puerta del dormitorio, con sus ojos llenos de una mezcla de deseo, admiración… Su respiración se acelera ligeramente, siendo un reflejo de la excitación que siente al verme transformarme para otro hombre.

      Al salir de la ducha, con mi piel todavía húmeda y perlada por gotas de agua, siento su mirada fija en mí. Me deslizo una toalla alrededor del cuerpo, pero no la aseguro, dejando que se deslice ligeramente para revelarme. Su erección es evidente, una evidencia tácita de cuánto disfruta este ritual. 

     Mientras elijo mi lencería, puedo sentir su mirada recorriéndome, como si estuviera memorizando cada detalle. Me encanta ver cómo sus ojos se ensanchan cuando dejo caer "accidentalmente" la toalla, quedando completamente desnuda frente a él. Elijo la seda más suave y el encaje más provocador; cada prenda se desliza sobre mi piel, dejando al descubierto lo justo para encender su imaginación. Me detengo frente al espejo, intentando averiguar cómo me verá mi amante, dejando por un momento que las manos de mi marido recorran mis curvas, sintiendo el calor de su deseo mientras mis pezones se endurecen bajo sus dedos.

     —Hoy no son para ti —digo sonriendo maliciosamente, zafándome de él. Recordándole que me estoy vistiendo para otro hombre.

Al deslizarme el vestido, siento sus manos ayudarme a ajustarlo. Sus dedos rozan mi espalda desnuda, recordándome el deseo y la complicidad de nuestro morboso juego de seducción. Cuando me giro para mirarme en el espejo, nuestros ojos se encuentran en el reflejo, y veo en su mirada una chispa de orgullo y lujuria por la mujer, por la hembra con la que comparte su vida. Su mirada dice que él también siente esa tensión eléctrica en el aire, imaginando cómo será cuando otro hombre toque lo que él está tocando ahora.

   Mientras aplico el maquillaje, él se acerca, observando cada movimiento con fascinación. Le encanta ver cómo realzo mis rasgos, cómo preparo mis labios para los besos que recibirán, cómo mis ojos brillan con la promesa de la noche que me espera. En esos momentos, su excitación es palpable, y sé que él disfruta imaginando mis gemidos y suspiros, el placer que compartiré con otro. 

     A veces, susurra en mi oído lo mucho que le excita pensar en mí desnuda, gimiendo bajo las caricias de otro, mientras sus manos recorren mis muslos y su aliento caliente me envuelve.

      Antes de salir, siempre hay un momento de intimidad entre nosotros. Me toma de la mano, con sus dedos entrelazados a los míos, y me mira con una intensidad que me deja sin aliento. Su sonrisa es una muestra evidente de lo mucho que disfruta de nuestra secreta vida juntos, de la libertad y la confianza que compartimos. Me besa suavemente, con sus labios murmurando palabras de deseo y complicidad. Sé que en ese momento estamos más conectados que nunca… Susurrándome al oído, me dice cuánto le excita imaginarme con otros hombres, cómo su mente vuela pensando en cada caricia y cada gemido que compartiré un rato después.

     Cuando finalmente salgo de casa, lo hago con la certeza de que mi esposo está tan excitado como yo. Sabe que, aunque esta noche estaré en brazos de otro hombre, siempre volveré a él, llevándome conmigo las experiencias y el placer que hemos decidido compartir. Y en esa comprensión, encontramos una forma única de amor y complicidad que nos fortalece y nos une cada día más.